lunes, 30 de agosto de 2010
FLYING
Tras un paréntesi de cinco días en el Alto Palancia castellonense aislado del mundo (sin cobertura celular ni de red), regreso al hogar sin tener claros mis objetivos deportivos. El Embruman me sirvió para apuntalar la temporada veraniega, pero realmente, la base se ha debilitado demasiado desde mi participación en el Ironcat en mayo. Desde entonces, he ido en una clara curba descendente en calidad de entreno y volumenes totales.
Sin ir más lejos, esta semana pasada ha sido la de menor entreno de la temporada, sin llegar ni a las 4 horas de actividad física deportiva, y si voy sumando a lo que hay detrás... se entiende porqué estoy tan bajo físicamente. Tengo dolores en rodillas (anterior y posterior), y las velocidades de entreno asumibles son tristes...
Me he apuntado a Banyoles este sábado por un solo motivo: presenciar la posible actuación histórica de mis compañeros de equipo, pues está en nuestra mano ganar por primera vez el campeonato de Catalunya absoluto, y de rebote, casi asegurar el primer lugar de la Liga Catalana de Triatlón, otro puesto inédito para el Prat en todos estos años. Vale la pena hacer el ridículo entre el millar de participantes que se esperan en la capital de L'Estany. Me había planteado ir sin competir, pero no me da ningún miedo perderme en la clasificación sabiendo mis limitaciones actuales y que esta prueba nunca se me dio bien por sus características.
Me olvidé de hacer un pequeño ANALISIS DEL EMBRUMAN resumido como información a futuros competidores...
Quien haya leído la larga crónica, puede deducir ya muchas cosas. En resumen la califico como altamente recomendable, aunque solo sea una vez. Es diferente a todas las demás.
Ventajas:
- La satisfacción de cruzar la línea de meta aquí se multiplica por las complicaciones extras que depara.
- Dada su dificultad, te olvidas de la marca y 'disfrutas' algo más de la prueba en si.
- Su precio es más que competitivo.
- Puedes demorar, por el momento, la inscripción sin penalización, hasta prácticamente un mes antes, o incluso menos (como este año, que se prolongó hasta fin de julio).
- Paisajes únicos en el sector ciclista.
- Implicación de los espectadores muy alta.
- Abundancia de avituallamientos, pese a que incluyo en inconvenientes parte de su contenido.
- Bebida isotónica 'natural', a base de zumo de limón, sal, azúcar,... A mi por lo menos me sienta infinitamente mejor que los preparados comerciales. Quizá no es la fórmula exacta, pero no me atacó el abdomen para nada.
- Relativa cercanía a Barcelona, a menos de 700 km y con la posibilidad de ir en coche en media jornada.
Inconvenientes:
- Incomodidad en boxes (colocación de la bicicleta muy cutre y hasta con cierto riesgo de darle algún trompazo incluso).
- La prueba se inicia una hora antes, lo que te hace sin lugar a dudad dormir una hora menos, y te añade la incomodidad de moverte de noche en los instantes previos e iniciales de la carrera. A algunos les puede parecer atractivo, pero a mi no me interesa demasiado esa 'novedad'.
- Avituallamientos demasiado 'rústicos', con carencia casi completa de barritas y lo que es peor, ausencia total de geles, especialmente en la maratón, por lo que a quien le interesen, ha de llevarlos consigo. En esta linea, otro problemón para mi estrategia de carrera el que no den botellines ni vasos no retornables. Si volviese, llevaría un botellín en la mano todo el camino con tapón para ir rellenando, pese a que pierda esos segundos en cada llenado.
- Maratón duro por su perfil y su trazado, ya que además de las cuestas del pueblo, en una parte importante, discurre por una carretera de toboganes bastante solitaria que te mina en cierto grado la moral.
- Escasa oferta de alojamiento en el pueblo y alrededores.
- Clima de alta montaña. Imprevisible y extremo.
- Muy justita zona de recuperación postcarrera. Te hacen pagar por cualquier servicio que precises de asistencia; desde masaje hasta suero. Esto ya está pasando en otras pruebas, pero considero un error importante de la organización. La comida postmeta, tampoco es digna de una prueba así de dura y larga.
Parecen muchos inconvenientes, pero el resumen es, como digo, más que aprobado. RECOMENDABLE, eso si, muy diferente de un IM comercial clásico.
martes, 24 de agosto de 2010
Embrun, la crónica
Hace más de una semana que regresé de los Alpes y mañana me voy cuatro días a desconectar del mundo a la comarca del Alto Palancia, como intento hacer cada año por estas fechas. Serán cuatro días sin internet y casi sin teléfono, pues es una zona de baja cobertura. Ideal.
Mi nuevo reto Ironman empezaba antes que otras veces. Empezaba en la caravana quilométrica de la Jonquera la víspera anterior a la prueba más dura a la que me había enfrentado jamás. Lo contrario de lo aconsejable. Según mi experiencia, es ideal llegar al menos dos días antes y estar lo más tranquilo posible, asimilando el entorno, adaptándote al clima, descansando, ...
Y no puteando en solitario dentro de un espacio confinado, apretando y soltando embrague y freno de forma agotadora. Mi llegada tardía y fuera de toda previsión se palió en parte por la colaboración de mis compañeros que sí seguían los cánones, alojados por la zona desde el jueves.
Llovía y hacía frío. Lo peor que me puede pasar en una prueba así. Prefiero viento fuerte y calor asfixiante que frío y agua. Y que le voy a hacer si yoo, nací en el Mediterráneo...
Las horas que me tumbé, fue en una tienda de campaña bajo la lluvia; inédito en mi trayectoria de larga distancia, pero he de reconocer que no estuvo tan mal gracias al colchón de cama que estrené esa noche y que ocupaba las tres plazas traseras de mi coche...
Bien, hecho el inciso, el exceso de faena que me tocaba realizar en la entrada a boxes al no haber efectuado el checking cuando tocaba (creo que fui el único del millar de triatletas), me hizo tardar demasiado en colocarme en la playa del lago. Para acabarlo de adobar, la noche cerrada complicaban la orientación.
No era la primera vez que iniciaba una prueba así en la oscuridad. En mi debut en la distancia, en el Home de Ferro del 99, unos 150 neoprenos se lanzaban a las oscuras aguas de la playa de las Figueretes, tras dos piragüistas con luces destelleantes rojas. En este caso, ni sabía como marcaban la orientación, y lo que era peor, estaba en última fila a dos minutos de la salida...
Me hice sitio avanzando por la derecha, pensando que sería el mejor camino para nadar limpio, pero fue un error. Primero porque no llegué nunca a la primera fila; me quedé en la segunda y la linea de salida se convirtió en un embudo que todavía me hizo perder más posiciones. Luego intenté progresar por el exterior, pero estaba completamente desorientado, pues mis gafas oscuras estaban más bien empañadas, y en lugar de ver un solo punto de luz como aquel antaño en Ibiza, se confundían los flashes del público, las luces de las casas del horizonte, con las que se suponía que estaban en las boyas. Solo me faltó encontrarme frente a un espigón rocoso lleno de público que me impedía el avance y que tuve que sortear.
Todo había empezado mal. Tras la segunda boya, iba metido en un grupo más lento de mis posibilidades, y, la verdad, no me apetecía nada escaparme y comerme todo lo que quedaba solo para salir algún minuto antes y luego empezar el calvario ciclista en el que ese minuto se pierde en dos curvas de un puerto cualquiera.
Salí ágil a por la transición, encontrándome a Jordi Vazquez ya vestido de entretiempo empujado por las bajas temperaturas del momento. Mi transición fue mucho más espartana. Tan solo me até casco y me presenté el maiot de Catalunya que llevé, y ya estaba corriendo hacia el matadero. Una vez montado en la burra, me coloqué bien el maiot y me puse las gafas.
La cosa iba a ponerse seria desde el principio. Desconocedor absoluto del circuito más allá de haber echado algún vistazo al perfil las semanas previas, me veo subiendo con todo metido y pedaleando con dificultados a menos de 10 km/h.
Jordi, que salió prácticamente detrás mío, empieza a subir de pié más fuerte que yo y yo le doy mi bendición y me quedo rezagado. Me pasan uno y otro y otro,... Rápidamente me viene a la cabeza las vivencias del triatlón de Balaguer, en el que, pese a ser distancia media, me pasó hasta el último mono. Intento desconectar y forzar las piernas al mínimo. El frío es intenso incluso subiendo grandes desniveles. Hay neblina alpina y la carretera es estrecha. Tan solo mantengo algo la distancia con un vasco que fui viéndome en diversos momentos del circuito.
Intento olvidarme de todo más que de alimentarme por encima de lo que acostumbro, y mirar el paisaje al máximo. Según consejos técnicos, debía ingerir 80 gramos de hidratos de carbono por hora de competición, y eso es mucho en las limitadas condiciones de una carrera como esta. El objetivo era desterrar las rampas musculares que bloquean mis piernas a partir de las 4 horas de esfuerzo específico. Aquí no puedo permitirme ese lujo si quiero acabar, así que pongo mi máxima atención en el alimento y no dar una pedalada de más. Aún así, cuesta no dejarse llevar por tanto ciclista escalador...
Estoy aproximandome al coloso y me acuerdo que llevo el mp3 en el bolsillo y que me podían ir muy bien para combatir el desánimo. Primera competición en la que hay una bicicleta de por medio y me calzo los auriculares. Los aguanté hasta la transición, donde me pescaron y preferí no jugarme nada.
Mis peores momentos los paso en el tramo duro del Coll d'Izoard, no la parte final, sinó a 8 kms aprox de la cima, donde los porcentajes son exigentes, llevas más de 90 kms en las piernas. El frío no ha dejado de notarse y he tenido que ponerme los manguitos en el primer puerto sin quitarmelos ya hasta el final. Suegen unos dolores que aún tengo en la parte interior de mis rodillas fruto de la poca agilidad que imprimo al pedalier y de la dureza del mismo movimiento. Las dudas me invaden. Queda tanta carrera y voy tan lento y mal... Lo que no puedo entender es porqué no me han adelantado varios de mis compañeros con lo lento que voy.
En la penúltima curva del puertaco, una estelada marcando el territorio. En lo alto, me paro obligado por el frío que preveo. Aprovecho para comer algo, reponer bidón y DESCANSAR, unos instanes sin darme ni tiempo de disfrutar el entorno, realmente único.
Me coloco mi prenda estrella. Una chaqueta ciclista impermeable, de costuras selladas, que debía minimizar los efectos nocivos de la lluvia en alta montaña. Sin pretender ahora saber más que nadie, en un entorno así, se hace imprescindible llevar una prenda de calidad.
El descenso potente, pero con herraduras que ralentizan la recuperación de la media, que da risa, no, pena, en esos momentos. Durante muchos quilómetros la costumbre de ser pisoteado por decenas de ciclistas en cada repecho, se invierte y voy recuperando por primera vez posiciones.
Tras muchos quilómetros de tendencia descensora, iniciamos el tránsito por algunas poblaciones y es por aquellos momentos que alcanzo a Jordi Vazquez con gran sorpresa, pues mi sensación es de haber perdido completamente la competibidad ante este coloso del calendario anual.
Paso mis mejores momentos viendo como más bien supero que me superan participantes. Mi 'error' de no colocar acople ligero lo voy pagando en cada quilómetro con el perfil suave y el viento frontal que no esperaba del último tercio de circuito.
Llegamos a un repecho en el que veo demasiada gente apostada animando... Pregunto al prógimo y me comenta que apriete los dientes, que toca subir 1,5 km de gran dureza. Me retuerzo en el manillar y consigo superar el obstáculo sin grandes tragedias.
El terreno discurre por carreteras secundarias, en ocasiones con el firme bastante en mal estado. Al menos ello te distrae de tus problemas. A Jordi no le vería más hasta la maratón. Me había comentado que el Izoard le había matado. Modestamente creo que el desarroyo que llevaba no era para Embrun. Por fuerte que estés o te sientas, los quilómetros de ascenso pasan factura si no se conserva al máximo.
Ya solo queda la aproximacion final y el postrecito final. La carretera es mala, pero el desnivel mínimo. En otras circunstancias, no huviese bajado de los 30 km/h en terreno similar, pero ya podía estar contento con los 27 que podía ir.
Mira que estaba avisado. 'Que cuando llegues a Embrun todavía te queda un puertaco...' Pues aún así, me mató. Ves a la gente de más nivel que ya corre la maratón, el sol calentaba por primera vez en el día, justo subiendo, se trata del típico puerto que nunca sabes cuando ha de acabar. Solo falta que un lugareño me cuente falsedades y me haga creer que me queda menos de 1 km para coronar. Le agradezco la info y me encuentro tras una curba que los ciclistas se pierden en el horizonte... Que ganas de acabar!!!
El descenso final, muy malo y lo que faltaba para acabar de trincharte huesos y articulaciones.
Llegaba a boxes. Me daba 'miedo' sentir mi cuerpo al bajar de la bici, pero como en otras ocasiones, podría haver sido peor... Hice una de mis transiciones más lentas de mi vida, sinó la que más. No tenía niguna prisa en la colocación del material y quedaba mucho por delante. Salgo a correr con dos gafas de sol.... ¿Qué me está pasando?. Rectifico antes de salir de boxes.
Y ahora un episodio subrealista de la carrera: resulta que en Embrun se las dan de ecológistas, y ya en el ciclismo te obligan a cangear solo los bidones de la organización si deseas líquido. Hasta aquí, bien, pero que en carrera te hagan correr con un vasito reciclable... NO. Yo pensé que lo del vasito con el nombre de Embrunman era un souvenir de la carrera, pero parecía que no.
Encima, para acabar de redondearlo, resulta que en el primer avituallamiento, a parte de haber Buffet Libre de Red Bull, daban botellines de agua, como esperaba encontrarme en el resto. Visto lo visto, lanzo por los aires el bidón ciclista que por las dudas y ante el mosqueo que tenía sobre esta cuestión llevaba en la mano. El siguiente puesto que vi, te encuentras dos botellas de 2 litros de cola y agua, y sino tienes vaso, toca amorrarte y aguantar. Especialmente curioso era cuando te metias en la boca un chorro de cola sin esbravar... fatal.
Otro problema, los avituallamientos sólidos parecían tratarse más bien de un pick-nick que de una prueba de semejante nivel. Yo me esperaba encontrar alguna línea de geles o similar para mantener los niveles de glucosa en sangre y músculo, pero yo jamás me paré a comer higos, nueces, biscochitos... Tras cuatro avituallamientos sin tomar nada, mi cuerpo empezaba apasar factura. ¿Que podía hacer?
En una de mis paradas a morrear la botella común, volví a interesarme por el contenido del Buffet Libre y localicé terrones de azucar... Suficiente, pensé, y en el siguiente avituallamiento, agarré dos terrones y un bizcochito. El grave problema fue tragarlo... El agua que ingerí fue justo antes (no me podía llevar la botella...), y el cemento armado dipositado en zona subpaladiana no bajaba ni queriendo.
Encima tocaba una extensa zona sin avituallamientos oficiales. No podía más y tuve una visión, o bien mi ángel de la guardia que obró un milagro. En el arcen del camino, un botellín de agua, lleno y con el tapón allí saludandome... Dada mi resistencia habitual a aguas no puras del todo, ni me lo pensé. Me zampé el interior y pasó a ser mi más fiel compañera, llenándola en cada avituallamiento. Ya podía desarrollar mi plan casi a la perfección, masticando un par de tarrones, y enjuagándomela bien con un poco de agüita.
Había empezado la maratón sin ninguna presión ni objetivo, pero viendo como me respondía el cuerpo, empezé con objetivos cercanos y asumibles, 'descansando' en cada subida, que no eran pocas. Cada vez que la pendiente o su duración eran demasiados, me ponía a caminar de forma compulsiva, consiguiendo perder el mínimo en referencia a si corriera, y servía de alivio rentable evidente, ya que cuando volvía a trotar, lo hacía con una soltura importante, especialmente en los descensos, en los que conseguía ir en algún caso por debajo de 4 el km.
Me crucé con el equipo al iniciar las segunda vuelta a pie. Jordi iba relativamente cerca y era para mi una incognita no ser superado, pero entró en juego la autoconfianza y experiencia y pudieron con la juventud y fuerza. La veteranía es pues un grado y conocerse y saberse capaz de superar distancias similares, valen mucho.
Los últimos 5 kms incluso los disfruté independientemente de ser los últimos. Me habían pasado bien pocos corredores y el tiempo que iba a marcar, iba a ser interesante: 12 horas 30minutos. Si me lo dicen antes, no me lo creo.
Felicito desde aquí a todos los finisher en Embrun, especialmente a los pratenses que debutaban o no en este apasionante mundo del martirio humano...
lunes, 16 de agosto de 2010
Intensísimo Fin de Semana Embruniano
Antes de colgar una buena crónica y análisis del Embruman, comento el desgaste sufrido (a 'gusto') durante este fin de semana doblemente festivo: agosto y 15.
Diversas complicaciones me imposibilitaron para salir antes del sábado camino de Embrun, en los Alpes franceses. Allí, cinco compañeros de equipo se concentraban ante el reto de primer nivel de acabar el Embruman. Increíblemente, cuatro de ellos habían escogido Embrun para su debut en Larga Distancia... BUF!!!, que valentía!!
Como ya vaticiné en mi anterior entrada, no tenía ninguna confianza en mi rendimiento alpino, pero me tomé la prueba como un reto, la más dura de las pruebas (de forma figurativa, claro, porque deben haber infinitas posibilidades más potentes por doquier), para ver cuales eran mis actuales capacidades.
Lo peor, el viaje. Solo y comiendome en la ida un caravanón de escándalo, con larguísimas colas en Jonquera y todo el sur de Francia. Llegué demasiado tarde para hacer el checking de la bici y gracias a mis compañeros pudieron recoger mi chip-dorsal y convencerles para que me dejasen entrar el mismo domingo. Llegué cuando llovía con fuerza y hacía frío. Por unos momentos recordé mi calvario en Roth 2008, en el que estuve a punto de tener que abandonar por hipotermia. La vuelta ha sido casi peor, no por el tráfico, que era mínimo, sino por lo cansado que estaba y lo aburrido del mismo (autopista básicamente). Tan solo me he podido estirar en la tienda de campaña de mis compañeros, de 12 de la noche a 4 de la mañana... y la última comida ha sido una hamburguesa del mcdonals con una ensalada pasada...
En la valoración primera de la carrera, muy contento pese a lo mal que lo pasé en bici. Era lo esperado, sufrir y sufrir mientras me adelantaban cientos de participantes impotente. Fue un día en conjunto frío en el que por fortuna a penas llovió. Me resentí bastante de las rodillas que no me suelen doler en carrera y pude maquillar resultado y tiempo gracias a una maratón muy trabajada que ya contaré con detalle.
Realmente creía que mis compañeros de equipo, pese a debutar la mayoría, me dejarían en evidencia a mi y a mis 12 triatlónes distáncia IM del currículum anteriores, pero la experiencia es un grado y pese al potencial de alguno de ellos, acabé 'capitaneando' el grupo, bajando de las 13 horas holgadamente. A priori, firmaba hacer 13:59...
Al final, 12 horas 30 minutos, 125º de más de 755 finishers y no se cuantos retirados.
Ahora estoy en casa, con Tiago y aprovechando para recomponer todo el equipaje y equipamiento. Cayó una gran tromba de agua al acabar, yo, la carrera y todo quedó impracticable de barro.
viernes, 13 de agosto de 2010
En Capilla...
Rozando la medianoche del viernes 13 (...) de agosto y cuando todos mis compañeros de equipo ya están en Embrun (como debe ser...), yo estoy aquí , ultimando la bolsa para el gran reto del Embruman.
He hecho todo lo posible y lo que estaba a mi alcance para mirar de recuperar sensaciones y energías para tan gran carrera, sin llegar a conseguirlo, pero al menos estoy tranquilo de haberlo intentado.
He dormido más de lo que acostumbro (sigue siendo insuficiente), he descansado más y entrenado menos de lo habitual, me he hecho 3 sesiones de masaje en una semana, he machacado el Compex al máximo en el programa de' recuperación', me he suplementado con aminoácidos, vitaminas, minerales, antioxidantes...( lo que he pillado, vamos), me he ajustado la bici al máximo según los consejos de un sabio en la materia, me he puesto esta tarde unos platos Compact para aliviar la tortura, cambiado pastillas de freno, engrasado la máquina, comprado prenda técnica impermeabilísima, .... todo lo que he podido.
Pero al final quienes hablan son las piernas, y en estos momentos no confío demasiado en ellas.
Me he hecho una foto al estilo KORJE a ver si se me pega algo (aunque en estos momentos esté 10kg por encima suyo...). Algunos pensarán que con esas piernas se vuela en bici, pero ya os puedo asegurar que de eso nada... Deben ser de cartón piedra, digo yo...
No tengo idea de la marca que puedo hacer el domingo. Prefiero no hacer quinielas porque podría estrellarme, así que lo único que se es que lo daré todo en los Alpes, al menos lo que lleve conmigo desde casa...
lunes, 9 de agosto de 2010
Miedo escénico
Hoy, 8 de agosto, tengo claro que tomaré la salida del Triatlón de Embrun en su modalidad 'EMBRUNMAN'. Eso supone que tengo 6 días para mentalizarme. Del todo insuficiente, pero es lo que hay.
Pero todo esto no hace más que añadir 'salsa' a mi elección. Está claro que no estoy diseñado para 'gozar' de un triatlón como el de Embrun y NADIE es capaz de hacer marca personal en la distancia en este lugar. Mi motivación se encuentra en buscar mis límites y superar un reto para mi máximo. Completar el trío dorado LANZAROTE-HAWAII-EMBRUN, es realmente para sentirse satisfecho, pese a que se ya se han sacado de la manga el maltido ALTRIMAN, que dejaría algo coja mi 'hazaña' de completarla, pero es como lo de batir un record; los records son para batirlos, sinó sería muy aburrido, ¿no?
Suelo 'llorar' antes de una competición exigente, pero en este caso mis miedos son fundamentados.
Como he dicho, 6 días no son de ninguna manera suficientes para conseguir la mentalidad finisher necesaria en cada triatlón distancia Ironman, a menos que te llames Ricardo Lazarte, claro. En ese caso, de un día para otro es suficiente...
Yo fundamento buena parte de mi potencial en el trabajo mental los meses anteriores a la prueba, y esta vez ese trabajo no existe.
A ello añadimos diversos agravantes:
1.- Mi estado físico es preocupante. Alguno dirá: ' ¡¡Ya está el Dobaño quejándose!!', pero, los que me han acompañado en las últimas semanas (el sábado sin ir más lejos), han podido ver como me he arrastrado sobre la bicicleta en las primeras de cambio, especialmente cuando la carretera se empinaba. No se lo que ocurre. Me estoy tomando aminoácidos, antioxidantes, vitaminas, minerales... lo que pillo, Compex, algún masaje... y cada día que he salido a entrenar me he encontrado roto muscularmente, sin nada de chispa ni fuerza. Quizá pago el haber seguido machacando el cuerpo tras la virosis que me dejó fuera de la Cursa del Llop, no se... Y no puedo achacarlo al sobreentreno, pues desde hace semanas, entreno por debajo de lo normal, unas 15 horas semanales, que es del todo insuficiente frente a un reto de la altura del Embrunman.
2.- Genéticamente no estoy dotado para el ascenso ciclista de puertos. En la búsqueda de soluciones a mi bajo rendimiento sobre la bicicleta, me he puesto en manos de Santi, un viejo sabio del ciclismo que trabajó junto al equipo profesional Kelme durante muchos años y que conoce el oficio a fondo. Me hizo un estudio antropométrico para regularme la bicicleta y me comentó que tengo los brazos cortos y la relación entre tibia-femur tambien es corta, con lo que pierdo efecto 'palanca'. Los grandes ciclistas tienen el femur proporcionalmente muy largo, entre otras cosas. A ello le sumo mis 75 kg de peso, que no ayudan, y otro factor que seguramente sufro, la intolerancia al lactato. Debo tener poca capacidad de eliminación de lactato y en situaciones de producción alta y continuada del mismo, saturo mis músculos y me vengo abajo de forma estrepitosa. Creo ser un ciclista decente en subidas cortas y explosivas (de menos de 2 kms), o en terreno irregular en el que el músculo nunca sufre demasiado tiempo al límite, pero cuando se me exige largo tiempo, me hundo. Así es. Por eso rindo en larga distancia, cuando la exigencia muscular por unidad de tiempo, es 'pequeña'.
3.- Previsión Meteorológica. Para acabarlo de adobar, las previsiones meteorológicas para el día 'D' son de lo menos halagüeñas, con sensación térmica de -1º la madrugada del domingo, a nivel '0' de carrera, y con una portabilidad de lluvia del 50%... Después de la experiencia vivida en Roth 2008, ¡que Diós me pille confesado!.
Pero todo esto no hace más que añadir 'salsa' a mi elección. Está claro que no estoy diseñado para 'gozar' de un triatlón como el de Embrun y NADIE es capaz de hacer marca personal en la distancia en este lugar. Mi motivación se encuentra en buscar mis límites y superar un reto para mi máximo. Completar el trío dorado LANZAROTE-HAWAII-EMBRUN, es realmente para sentirse satisfecho, pese a que se ya se han sacado de la manga el maltido ALTRIMAN, que dejaría algo coja mi 'hazaña' de completarla, pero es como lo de batir un record; los records son para batirlos, sinó sería muy aburrido, ¿no?
Lo importante será pues cruzar la linea de meta como sea. Solo me sobran las presiones amistosas de mis colegas de fatigas en cuanto a la prohivición de ser superado por algunos de mis compañeros de equipo... Yo no tengo claro todavía mi capacidad en esta guerra, así que me olvidaré del mundo y me centraré en SOBREVIVIR.
Visto lo visto, por dar algún dato o referencia, rondar las 13 horas será para mi más que satisfactorio.
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