viernes, 22 de junio de 2012

Cursa del Llop - Capítulo 2


Al fin, o no, ahí va la segunda parte de la crónica... que tambien vienen densa...

TERCERA ETAPA: Kaiak mar: 16 kms.
Salgo como un toro del redil, ciego, sin pensar en hacia dónde voy. El kaiak es mucho más inestable de lo que yo estoy acostumbrado. Debería ser más rápida. El viento lo vamos a tener todo el camino frontal, completamente frontal, así como las olas. No son muy grandes, pero sin duda no ayudan. Por suerte, la inestabilidad de la embarcación no se ve tan afectada cuando el oleaje es frontal. 

 

Con las prisas no coloqué con suficiente holgura los topes de los pies, ni comprobé el timón. Ando de aquí para allá. A penas me atrevo a mirar el GPS de la muñeca para ver la velocidad de avance por miedo a desequilibrarme. No es la primera prueba deportiva que realizo por el delta, y ello me ayuda ya que conozco que el emplazamiento del faro norte del delta, es la mejor de las referencias para no hacer mucho más camino del necesario. A los pocos minutos veo una piragua volcada y la barca de asistencia ayudando al navegante desafortunado. Poco después veo a otro remero que se dirige a la playeta del interior del brazo norte que debemos superar. Parece que también tiene problemas. Mi velocidad no es mala. En muchos momentos supero los 8km/h, que parecerá poco, pero para mi está bien. En mi entreno en la costa brava unas semanas atrás, fui más lento.
Los puntos que veía en el horizonte, cada vez más cerca. Estoy tenso, no tengo claro el equilibrio del conjunto y prefiero remar y remar sin parar. Me ha dado también rabia la perdida estúpida de tiempo por pardillo. Voy superando embarcaciones. Los ‘cracks’ en esta prueba, remeros de verdad, con piraguas de verdad, ni se ven en el horizonte. Mi objetivo es otro, superar si tengo fuerza a todos los que tengo a tiro.
Tan solo me queda uno que parece navegar a una velocidad tan solo un punto inferior al mío. No creo que pueda con él. Se ha tapado mucho el cielo. Del calor infernal del reto del día, hasta tengo frío. Eso ayuda a remar con más determinación. Afortunadamente me coloqué una camel-back con bebida recuperadora y voy bebiendo lo máximo que puedo. Cada sorbo puede ser realmente importante en el conjunto de esta locura.
En el Sprint final hacia el arco de llegada, veo claramente que no habrá forma de alcanzar al compañero que iba a tiro de piedra. No hay problema. Hay que cargar la piragua al hombro hasta el arco de meta en la arena. Que putada. Una hora larga. Podría haber sido peor
No estoy exhausto, pero si bastante fundido. Incómodo, también. Voy lleno de arena, mojado, no hay lugar cómodo para cambiarse, pero, estamos en pleno parque natural del delta del Ebro, ¡¡qué narices!!. En meta tengo la agradable compañía de los hermanos Luís, que igual que hicieron tras la maratón de montaña, ahí estaban para apoyar. Gracias!!.

 
Desde la superorganización, montan una sardinada con alimentos varios que sirven de aperitivo. No he de desperdiciar una sola molécula reconstituyente, y este pescado azul viene cargadito de Omega 3, que en la tele lo recomiendan encarecidamente…
La complicada logística sigue a pleno rendimiento. El bueno de Miquel Armengol, amo de mi piragua, se encarga de subirla al remolque y me permite vestirme con calma. Me impregno de repelente de los dípteros más molestos, nuestros queridos mosquitos, banqueros y políticos, digo parásitos donde los haya… Llegamos al hotel, qué sensación!!.
Gran hospedaje; lástima que sea por tan poco rato. Nos mezclan a los ‘llops’ en habitaciones de 3. Perfecto, así compartimos batallitas y estrategias de superviviencia futuras. La cena estupenda. Al fin un primero, segundo y un postre… y con cubiertos!!. Buen servicio. Toca subir a intentar descansar. A las cinco de la mañana tocarán diana para desayuno… jeje. Mis compañeros se estiran en la cama. Uno roncaba, pero está tan petado que ni eso. Yo prefiero meterme una sesión de compex tirado en la escalera del hotel (vaya imagen…), para no molestar a los compis mientras quemo las teclas del móvil con el guasap. A las 12 pasadas, al sobre, a dar unas vueltas a la cama.
5 am. Desayuno. Intento que sea lo menos dulce posible. Como todo lo salado que pillo, y corriendo a por todos los trastos y a por la siguiente… Noche cerrada y repelente de mosquito al canto.


CUARTA ETAPA: Kaiak río: 24 kms, contra corriente…
Somos ya pocos los supervivientes con dorsal 600, pero todos muy animados. El día muy tapado, nada que ver con el anterior. Incluso chispea. Todo son prisas, hay que empezar a las 6 puntuales, que el día será largo… Entrar en la embarcación desde unas rocas ya tiene su qué. Esta vez me la juego sin el cubre. Quiero ir más cómodo, con las rodillas asomando. Me meto de nuevo el camel back bien completito y algo de fruta a mano. Van a ser unas tres horas de esfuerzo…
Las mañanas nunca son buenas para mi a nivel competitivo. Me encuentro tocado y pese a que es más que normal, ayer no me costaba adelantar a gente con la que hoy iba sufriendo a su estela. Tengo problemas con la dirección. Parece que mi timón volvía a fallar y se quedaba girado y por tanto frenándome frecuentemente… Las máquinas de ayer vuelven a volatilizarse de nuevo. Son unos cuatro. Me consigo meter en el grupeto siguiente. Vamos unos cuatro más. El ambiente es bueno y vamos charlando unos con otros, inimaginables en cualquier otra prueba competitiva. Vamos desde Deltebre hasta Tortosa. Una morcilla de camino.
Va lloviendo a ratos y paso hasta frío. Es muy pronto, no hay temperatura y voy desabrigado. Además vas mojándote continuamente. Llegando a Amposta, la cabeza de mi grupo hace un stop para comer y beber algo. Veo avanzado un compay 600 que nos había sacado unos metros y decido no parar. Sin pensar todavía en liderar el tiempo global de la carrera, no quiero tampoco desperdiciar oportunidades futuras. A la postre ese compañero seria el mejor entre los 600 de corto recorrido.
Se me hace pesado, pero el paisaje ayuda. Impresionante el río Ebro desde su cauce en una embarcación a remos. Lástima que yo soy el remero… Nuestros enemigos son las corrientes y las algas, que en verano hacen su aparición en masa al bajar el caudal del río. Me fijo siempre en los remeros del lugar y trazo su dirección hasta que me quedo primero del grupo y decido poner en práctica las enseñanzas que había ido adquiriendo con el paso de las horas y los quilómetros de río. He competido en diversas ocasiones en este río, pero siempre era en sentido contrario y nadando… nada que ver. En un punto en el que se ensancha mucho el cauce del Ebro, dudo del mejor trazado y giro la cabeza. Veo que mis seguidores se habían ido hacia la otra orilla. Hago lo propio y les imito. En esa maniobra, me alcanza dos y sigo con ellos un buen rato.
Ya queda poco. Llevamos más de dos horas y media sin dejar de remar y realmente tengo ganas de salir de la piragua. Tengo el culo y los lumbares rotos. De los brazos y hombros ya ni me quejo, esta es la última prueba que los voy a necesitar de verdad. En el tramo final, aprieto un poco me escapo unos metros. Finalizo con 2.53 a poco más de 8kms/h de media. Vamos bien!!.
Ducha caliente en Tortosa, comida controlada (toca correr!!), ropa, la misma que en la piragua. Ya la secaré… Vuelvo a coger el móvil y los phones… ya no hay peligro de que acaben en el estómago de un siluro.


QUINTA ETAPA: Media Maratón Montcaro: 21 kms, 1200 kms desnivel acumulado
Para esta etapa, a priori no voy muy preocupado pese al gran desnivel. Por suerte es toda de asfalto y hay muchos quilómetros con desniveles asumibles. La clave es ir lo más rápido posible sin destruirse para tener algo de tiempo para recuperar al máximo para la gran prueba del día, la larga. Una putadita extra. Tenemos que recorrer algo más de dos quilómetros extras que ni cuentan ni se contabilizan ya que se hace neutralizada hasta Roquetes, donde se encuentra la salida real. Voy parado. Fatal de piernas, obvio. La gente que solo hace esta, disfruta de ese calentamiento. Yo lo detesto. No quiero hacer un metro extra gratis.
Se da la salida e intento poner un ritmillo de poco menos de 5 el kms para adaptarme a la nueva tortura. Enseguida empezamos a subir. No es mucho, pero el cuerpo no está para hostias. Creo que voy el primer 600 y eso está bien. En poco tiempo me alcanza mi compañero de habitación y de remo, que en la maratón de montaña del día anterior, fue el único que mejoró mi tiempo en unos tres minutos. Una buena referencia sin duda pese a que el hace la ‘corta’. Me comenta que un buen ritmo es ir en la aproximación a las rampas de verdad a 6’ el km. Yo le hago caso y transito junto a él. No voy fino, pero creo poder ir tirando. El tiempo acompaña por fin. Esto con sol de justicia sería bien distinto. Mi compinche lleva a la familia de soporte y van animándolo continuamente así como avituallándolo. Yo estoy preocupado porque voy sin bidón (lo perdí en la maratón de montaña del sábado), y solo están dando agua. Le pido algún gel a mi amigo de fatigas y muy amablemente me ofrece ayuda. Buff.
Sufro a ese ritmo, pero sé que cuando empiece a subir de verdad, voy a caminar MUCHO, y una media maratón no se hace sola. Primer rampote y mi cuerpo me dice, soooooo. Camino todo lo rápido que puedo. Pierdo la estela de mi compañero. Otro 600, este si de la modalidad llop entera, me adelanta también. Malo. Creo que es justamente el que llevaba segundo mejor tiempo. No me pongo nervioso. Queda un mundo. Voy alternando trote ligero con caminata amplia dependiendo del porcentaje de la rampa, que en ocasiones se encarama en el 14%. El tiempo pasa muy despacio. La dureza del llop se hace notar. Recibo los ánimos de Albert Giner, que igual que en la maratón de montaña, coincide cerca de mí. Esta vez va en btt y intento convencerlo que caminar también es transitar rápido en algunas circunstancias.
Intento no mirar muy lejos en el horizonte, porque eso te mata cuando tus piernas van tan justas. Los 600 que llevo delante, dos, no se pierden tampoco demasiado en la distancia y eso me alienta. Paro en el único avituallamiento potente que encuentro en la parte dura y me meto unas almendras con membrillo e isotónico. Buen cambalache para resistir un poco más. Empiezo a oler a meta. Mi Garmin así me lo confirma. Hasta me encuentro algún pequeño descenso asfáltico que duele más que ayuda, pero al menos reduce el tiempo de espera para cerrar la etapa.
Cruzo la línea de meta animado por el speaker que precisamente es el mismo del Ironcat, donde me tienen ya visto en diversas ocasiones. BIEEEEEEEEEEEEEEEEN.
Han sido 2h 16 minutos, mi peor marca en una media maratón… jeje, pero como para ir más rápido hoy…
Tengo ya mucho ganado para ser ‘finalizador ‘ en el llop, y muchas opciones de ser mejor marca. Ya empiezo a querer ser el mejor tiempo. Así somos los competidores, queremos siempre más!! Y menos mal de ello…
Como todo lo que puedo. Jamón, pan con tomate, tortilla, frutos secos… Nuevamente salado. Una visita al señor Roca y ropita seca y nueva… Dudo en llevar camel back o no . El tiempo parece que se mantendrá tapado por lo que no creo necesario llevar demasiado líquido. Así no sudaré la espalda y eso que me ahorro. 

 no tiene nada que ver con estas etapas, pero la he descubierto ahora... qué posición más pro.. como veis, intento no ir pegado, entrenando para Austria...

SEXTA ETAPA: Marcha BTT: 110 kms, muchos metros de desnivel acumulado… (murió batería gps a mitad de etapa)
Esto ya huele a reto conseguido, pero no puedo bajar la guardia. Aparentemente, pese a tener los músculos muy deteriorados, como he regulado todo lo posible y he cuidado al máximo la ingesta de líquidos y sólidos, con mucho énfasis a los batidos de proteínas, recuperadores y sales, parece que estoy bastante entero. Un inconveniente añadido es que no he tocado la btt en meses, pero parece que el recorrido es pistero. Yo a asegurar. Tengo el llop casi en la mano, solo hay que tener la cabeza fría y un gran coraje. Jamás había hecho tantos quilómetros sobre una btt, y lo iba a hacer tras más de 15 horas de esfuerzo. Estem torrats!!
Dejo que la gente con energías de sobras se lance y miro de colocarme en un grupeto cómodo que me sirva de guía en cada dificultad técnica, cada agujero. Todo ayuda.
Voy con pocos útiles de emergencia. Tan solo una cámara, una bomba de aire y una multiherramienta sin tronchacadenas ni eslabones de recambio. Confío en la revisión final que le hice y en el tuberless recién impregnado de líquido en la rueda trasera, la que más sufre. El terreno era pedregoso y eran muchos quilómetros, pero mi inexperiencia en este tipo de pruebas me dio una buena lección.
Llevaba menos de 20 minutos. Descenso rápido, rectilíneo y pedregoso. Siento un ruido extraño. Voy de pie, semiflexionado y noto como se me desintegra el sillín… ¡’¿?¿¡?¿
Qué coño está pasando??. Había cambiado el sillín el día antes de viajar a Tortosa. El que llevaba era muy estrecho e incómodo para tantos quilómetros. Juraría que lo había atornillado bien, pero quedó claro que no. El sistema de anclaje es complejo, no es el convencional. Pierdo en el percance diversos tornillos que hay que encontrar. Mierda. Me tiro a la cuneta y empiezo a buscar. Nervios. La gente pasa y pasa, el tiempo también. Consigo recuperar todos los tornillos, milagro, y con la multi, voy haciendo. Pierdo quien sabe cuanto y lo apretó y coloco como puedo. Hay que recuperar, pienso. Las piernas, con la mala leche, van solas. Recupero bastantes posiciones y tras un rato de soledad en un ascenso largo y algo duro, veo uno de los 600 con los que no había dejado de hablar en otras pruebas, todo un clásico en el Llop, en Carles. Tras desahogarme un rato, decido avanzar. Sorprendentemente, las piernas me están respondiendo mejor de lo esperado y siendo cauteloso, uso desarrollos lo más suaves posibles, con la técnica del molinillo continuamente. Uso todo el desarrollo buena parte de las subidas. No tiene sentido alguno tirar de plato mediano en esa situación.
Mi moral es alta. Alcanzo al 600 que me aventajó en la media maratón en 3 minutos y va segundo en el cómputo total. Le llevo bastantes minutos y la tranquilidad me embriaga.
Los quilómetros siguen pasando y algo empieza a torcerse. Me veo clavado en alguna subida y miro la llanta trasera… Si, voy deshinchado. El tuberless de los coj…nes no ha cumplido su cometido… Quiero pensar que ha sido un deshinchado fortuito (que iluso), y me paro en una curva a hinchar. Me alcanza entonces el grupo de 600s delanteros al que había dejado atrás. Mierda otra vez. Vuelvo a cabalgar con rabia y los alcanzo. Los vuelvo a dejar atrás y la llanta vuelve a bajar… Rabia al cuadrado. Tengo que tomar una decisión. Así no voy a llegar. He de cambiar cámara, pero solo llevo una…
Me paro y empiezo maniobra. Me ve un motorista que iba de asistencia de un compañero. Se portan como ángeles y me echan un cable. Me dan una cámara y hasta me hinchan la rueda para que no me canse…
Ya no me puede pasar nada más!!, digo. Son cuatro contratiempos, cuatro paradas ya consumidas, y los 600 ni les veo en el horizonte. A ver si me viene ahora una pájara y se me escapa ese top time… Mis piernas vuelven a funcionar bien. No me lo creo. Alcanzo a mis rivales, mis compañeros, mis amigos ya casi.
La cosa vuelve a ir mal. No puedo ni creérmelo. Miro y la llanta vuelva a besar la tierra… ¿Qué demonios pasa aquí?... Vuelve a parar, pinchazo al canto. Cambio la única cámara que afortunadamente llevo por la caridad de la asistencia. Veo en la cubierta un viaje de una piedra que se ha comido un taco… Ahí debe estar el origen de todo… Cambio y le meto de nuevo fuerte. Llego a alcanzar al mejor 600, mi ‘rival’, y transito con él muchos quilómetros. Llegamos al punto en el que la marcha ‘corta’, inicia el descenso a Tortosa. El resto todavía tenemos que meternos un puertaco más. Las fuerzas van recortándose, pero todavía hay alegría en mi pedaleo. Como más almendras, la clave en este finde (saladas y nutritivas… y RICAS). Iniciamos el ascenso ‘final’. Me comenta el company que se trata de una subida dura. Vaya, justo ahora. Enseguida le doy la razón. Vamos al mismo ritmo, que ya me va bien en esa situación.
Me veo ya en Tortosa con el mejor tiempo. Estoy feliz. El sol ya luce con fuerza, pero dada la hora de la tarde, ya es casi inofensivo, y más a más de 1000 metros de altitud. En uno de los peores rampotes, me llaman al teléfono. Evidentemente, nadie cogería el teléfono en una situación así, pero yo si. Tenia que asegurar si venía Soraya a recogerme a Tortosa. Ella venía de la liga de clubs de triatlón y medio quedamos que vendría a verme llegar y conducir el coche de regreso tras las palizas. No consigo hablar por la maldita cobertura y vuelvo a perder tiempo y tracción para volverme a subir en medio del subidón. Arrastro la burra hasta que puedo cabalgar. Pierdo la estela de mi company. Otra vez!!
Me relajo y vuelvo a coger ritmo. En el primer descenso que alcanzo, adelanto dos ciclistas y noto algo raro. No quería mirar. Pero lo tuve que hacer… Otra vez, si. Ya no tenía manera de solucionarlo, tan solo esperar suerte, que volvió a materializarse en la moto milagrosa… Tenía la cubierta con un brete que me podría hacer volver a pinchar nuevamente. Por milagro 2, llevaban una cubierta algo gastada pero correcta, y su última cámara… Ya no podía pasarme nada más allá de la más de media hora que ya llevaba perdida entre todo. Perdí la cuenta de todo lo perdido, la verdad.
La rabia seguía en aumento y ello me ayudó a no pensar en las mil horas de esfuerzo que llevaba. Tan solo quería pedalear y pedalear con todo lo que tenía para no perder coba con mi ‘rival’.
Aleluya, coronaba el punto de inicio de la marcha y solo quedaba el descenso rapidísimo hacia Tortosa. Salvo catástrofe, la cosa estaba hecha.
Disfruté, saboreé como pocas veces en mi vida un final de etapón tan ‘cómodo’, pudiendo reflexionar y repasar todas las vicisitudes que seguro todos mis compañeros de fatiga también habrían podido compartir (seguramente en btt me llevé la palma…).
Entrada en solitario en el parque de Tortosa, con público y ánimos del speaker, que se había enterado de todos los problemas técnicos que había pasado sobre la btt.
Una alegría inmensa que es la que justifica siempre semejante aniquilación de células humanas. La ilusión todo lo puede.
Cuatro supervivientes recibimos la figura del Llop de cobre bañada en plata como finalizadores de la larga, pero todos subimos al pódium. En mi caso, gran orgullo por ser nombrado el mejor tiempo de los supervientes. No necesitaba ningún otro premio o gratificación.
Valió la pena.




 Podium de 'triunfadores', porque aquí todos triunfamos!!

1 comentario:

  1. Victor, fueron cinco finalistas de 12 que empezamos, el sexto fue uno que lo hizo todo pero entro en una prueba fuera de tiempo.
    De todas maneras felicidades, de el peor tiempo pero llop tambien.

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