Jueves 31 de mayo. Entro de guardia en el turno E, el que me
precede habitualmente. Era la única forma de poder desplazarme a Tortosa el día
del brifing de la Cursa del Llop y
hacer por una vez bien las cosas, sin prisas, con relajamiento. Parece que voy
a tener un día poco descansado en el parque. Con la campaña forestal, toca ruta
preventiva por Collcerola tras la comida y lo peor, TODA la noche hay que
colaborar en un rodaje de un anuncio de AXE en una zona industrial en desuso en
el que van habrán escenas con fuego real. Somos tres candidatos a ir como responsables de la dotación. Espero que no me toque a mí.
Pues me equivoco, al final me toca y encima, el ratín que
nos tomamos si los servicios lo permiten para descansar tras el arroz de
mediodía, lo paso en el recorrido forestal que también me ha tocado hacer…
En el rodaje nocturno, veo muchos compañeros del cuerpo. El prota, Leo Rico, bombero de Barcelona y multideportista, es hoy en día un cotizado
modelo-actor publicitario que últimamente no para de rodar anuncios
importantes, y este lo es; la conocida marca de desodorante masculino no se
anda con chiquitas y lo va a lanzar a escala mundial. El argumento es típico de
la saga AXE: superhéroe bombero salva a chica-axe de morir quemada jugándose el
tipo, pero como no lleva AXE, lo deja tirado al ver a lo lejos un astronauta
más sencillito que si lo lleva puesto… (cosas de publicistas). Por medio,
varios compañeros bomberos de figuración especial llevándose un buen pellizco
por el rodaje, y el menda no solo cobra lo mismo que si estuviera descansando
en el parque, sino que empieza a desgastarse de cara al finde lobezno… muy
alentador. Las 7 horas de rodaje, en pie moviendo mangueras, camiones, etc,
etc.
Viernes mañana. Llego a casa con los ojos vidriosos y me
echo un rato. Cuesta dormir. Todavía no he preparado la mega-maleta que
necesitaré para la carrera. Este es uno de los puntales de la carrera. Hay que
pensar que encadenar seis pruebas de larga distancia sin prácticamente tiempo para
recuperarse un poco, comer, beber algo y aderezarse para la siguiente,
requieren de una organización máxima. En una prueba así puede llegar a hacer
falta: bici carretera y accesorios (casco, herramientas, infladores,
guantes, alimentos, …), btt y accesorios,
piragua de mar, piragua de río, remo, chaleco salvavidas, cubrebañeras,
zapatillas de montaña, zapatillas de asfalto, gorras, gafas varias, prendas de
todo tipo, recuperadores, super-botiquín,… En mi caso, el tema piragua se
facilitó enormemente al prestármela el gran Miquel Armengol que me la dejó a
pie de playa en la tercera prueba del primer día. Gran Miquel!!
En fin, MUCHAS cosas que de entrada deben ir en una bolsa
gigante para tenerlo siempre todo junto. Dentro, otras muchas bolsas según pruebas
o capítulos.
Con todo listo y un tupper
bien cargadito de alimento, me dispuse a bajar camino de Tortosa con algo de
retraso. Por desdenes del destino, coincidió la Cursa del Llop con la Liga Nacional de triatlón, y tanto mi pareja Soraya como alguno de mis compañeros
más allegados, no podían acompañarme. Siempre es positivo y confortable tener
alguien que te acompañe y ayude en semejante reto, pero hay que entender la
paliza que supone dos días de dedicación exclusiva.
Ya en Tortosa, la primera sorpresa agradable. Tras el
brifing de la carrera, empiezan a sacar comida tal que boda o mejor dicho, menú
‘Chamorro’, con sus croquetas, su tortilla de patatas, su pan con tomate y
jamón, patatas bravas, pizzetas, cerveza y bebidas varias… ¡¡Ole tú!!
Con los dorsales en mi mano, me encaminé al hostal Virginia,
donde por un módico precio de 21 euros, habitación doble con AA, wifi,
superbaño, TV, … Pese al copioso ágape de bienvenida lobezno, preferí seguir
alimentando la caldera con el arroz que traje. El desgaste iba a ser enorme y
el tiempo para comer como Dios manda entre las etapas era inexistente. Dejo en
una nave que había en un gran parque de hay en Tortosa todo mi material a cargo
de la organización, que dispone de un vehículo y un voluntario exclusivo para
los 15 únicos participantes que hacemos todas las etapas de la cursa: JORDI CID. Él estará
con nosotros las 48 horas, cuidando todo detalle. De diez.
La última sesión de compex mientras me conecto a la red y
ultimo la estrategia.
A las siete salto de la cama y mientras veo un documental de
salto base en paracaídas (…), para no pensar demasiado en lo que se avecina, me
como unos yogures y poco más. Ya había cargado a tope los depósitos por la
noche. Ataviado con un fresquísimo maiot Scott prestado por otro grande,
Richard Calle, me encamino a la primera de las salidas del día. Tengo sueño,
eso si, pero voy con muchas ganas. El día, radiante. Bonito pero peligroso.
PRIMERA ETAPA: Marcha Cicloturista: 182 kms, 2400 mts desnivel acumulado
Cabeza de carrera en el inicio del primer puerto
PRIMERA ETAPA: Marcha Cicloturista: 182 kms, 2400 mts desnivel acumulado
En el punto de salida reconozco a algunos participantes,
destacando a los hermanos Luís, compañeros de equipo y Carlos encima bombero de
Barcelona como yo. Es agradable sentir el apoyo de los amigos en días así. La
salida es neutralizada y la organización retiene bastante el ritmo del pelotón
por prescripción de los Mossos d’Esquadra, que no quieren un grupo
excesivamente estirado. Nos llevan así hasta las primeras rampas del puertaco
del día.
Mis sensaciones musculares no son nada buenas. Yendo ‘parados’,
me cuesta pedalear. En los primeros escarceos, decido no perder contacto con el
pelotón delantero para evitar quedarme en tierra de nadie tan pronto.
Cuando empieza la subida larga del día, pongo el ritmo que
me corresponde y voy juntándome con algunos ‘600’, los que partimos con el
objetivo de acabar siendo ‘llops’. Mi dorsal, el 604. Parece que lo hacemos a
propósito, pero en un momento dado de la subida, hasta 6 de los 15 llops
transitamos agrupados. En un momento dado, uno de ellos nos pasa a una
velocidad desmedida. Tiene patorras y pinta de conocer bien el terreno. Ni me
inmuto, no tiene sentido ir a por él, ni creo poder a ese ritmo.
Mis piernas van ‘frescas’. Me encuentro incluso mejor que al
salir y tengo fuerzas para moverme entre los grupos que vamos escalando la cima
del día. Divisando el final del puerto, decido dar un par de vueltas a las
tuercas y alcanzar a los más adelantados que diviso frente a mí y lo consigo.
En el descenso, alcanzamos a un par de 600 que iban por delante. Si no me
fallan los cálculos y pese a que mi objetivo no ha sido nunca el ir a Tortosa a
por el mejor tiempo en la carrera, está bien saber que voy entre los más
rápidos especialmente cuando mis sensaciones son de gran comodidad. Nos
enfrentamos a quilómetros y quilómetros de terreno favorable en el que voy muy
fino y aprovecho para comer todo lo que puedo. Incluso soy de los que más
relevos dan del grupeto porque sinceramente no me cuesta darlos. Bien.
Acercándonos a Tortosa, punto en el que finaliza el recorrido ‘corto’ de 120
kms, se nos une un ciclista expontaneo que tira quizá demasiado y rompe el
grupo .Yo no tengo problemas en adaptarme al nuevo ritmo, pero veo que no me
beneficia. No obstante, la euforia acumulada ante tanto bienestar pedaleístico
en el descenso me hacen apostar por continuar ahí. Para el recorrido largo, nos
quedamos 4, que enseguida empiezan a dosificar las fuerzas en el inicio del primero
de los tres puertos que contenía el bucle ‘extra’ de la etapa larga. Veo que me
‘marcho’ solo y tengo que tomar una decisión. ¿Paro ritmo y me escondo en el
cuarteto, o voy haciendo aprovechando que el terreno es escarpado y no parece
tan necesario el arrope de otros ciclistas?
Me creo superman y decido, no solo tirar palante, sino
saltarme un avituallamiento colocado en una zona en la que resultaba absurdo
parar. Error. El calor que acumulamos desde hace más de 5 horas pasará factura.
El último puerto se me hace ya pesado. El viento lleva rato
pegando frontalmente y aunque no es de gran intensidad, no ayuda. Adelanto al
ilustre Manu Juárez, que ha pillado una pequeña pájara y participando como
relevista queda atrás rápidamente. Los últimos 20 kms se me hacen realmente
pesados. Voy completamente seco hace
rato. Me paro incluso en un pueblo en una fuente, y ESTÁ SECA… Intento mantener
los 30 kms/h por aquello de bajar de las 6 horas totales. Llegando a meta, mi reloj
marca 5.59 pero tras unas pequeñas dificultades en la lectura del código de
barras de mi dorsal, acabo marcando un tiempo oficial de 6.00.03… No pasa nada.
Podría estar peor. Las buenas sensaciones en la segunda mitad del recorrido se habían perdido un poco en esa desgastante parte final, pero tenía una hora para recuperar, y eso era mucho en el Llop.
Eufórico tras las buenas sensaciones de la primera etapa, rumbo a la ducha. Calor, mucho calor...
Podría estar peor. Las buenas sensaciones en la segunda mitad del recorrido se habían perdido un poco en esa desgastante parte final, pero tenía una hora para recuperar, y eso era mucho en el Llop.
Lo primero, batido de proteína, luego, ducha fresca y ropa
seca con los compresivos de gemelo y cuádriceps. No puedo evitar meterme en el
cuerpo una morcilla de arroz a la brasa, entre otras cosas sólida, al dirigirme
a las duchas… lo pagaría más tarde.
Solo faltaba intentar un rápido masaje de descarga para
ayudar algo más al cuerpo a limpiar toxinas.
No hay tregua, tras pillar un bidón de bici, gorra, y móvil con
auriculares (esto no es una competición de alto standing en este aspecto y se
hace la vista gorda a los autistas que como yo no sabemos correr sin música).
Tan solo me coloco los compresivos inferiores, que además son blancos y con la
solana que cae, ayudarán. En el bidón, polvos mágicos sin agua para diluirlos
en el primer avituallamiento que pille en la subida. Mi pantalón corto corto,
con mucha vaselina en la entrepierna y camiseta blanca hipertranspirante SCOTT.
Estaba listo para enfrentarme a la peor etapa del Llop, la que más bajas causa,
la más desgastante según me habían contado, y con el calor y sequedad extrema
para lo que llevamos de año (32 grados al parecer en plena montaña), ya puedo
ir rezando.
SEGUNDA ETAPA: Marató muntanya: 32 kms, 900 mts desnivel acumulado
La salida me la tomo extremadamente tranquila. Con el Garmin regulo ritmo rondando en torno a los 5 el km. En seguida empieza el calvario. Unas pronunciadas rampas que te fríen al instante. Lo tengo claro, solo correré cuando el esfuerzo sea asumible, sino, caminaré lo más rápido que pueda. Son 32 kms y tengo 4 horas. Aparentemente fácil, realmente, difícil. Son cerca de 900 metros de desnivel que se hacen casi todos en los primeros 15 kms. El primer tercio de la carrera es durísimo, subiendo por un barranco, un cauce seco en el que se hace muy difícil propulsarte. Los pies pierden tracción en cada paso, las piedras, la gravilla, se mueve, y vas cuesta arriba… No deja de adelantarme gente. Ellos no han hecho los 182 kms antes… Es mi único consuelo. Mis dotes de escalador en largos recorridos son muy malas y sufro, sufro MUCHO. Hay que alcanzar un parque eólico, y se ve muy lejos. Se intercalan algunas bajadas técnicas que todavía duelen más que la subida. Intento beber a lo bestia. En cada avituallamiento, y hay muchos (bravo a la organización), relleno el bidón. Voy alternando vasos de sales y de vez en cuando, y como membrillo, azúcar y almendras. No hay geles. Esto es el Baix Ebre, no un Ironman. Dieta mediterránea, sí señor.
Seleccionado las canciones, listo para entrar en el infierno pedregoso
SEGUNDA ETAPA: Marató muntanya: 32 kms, 900 mts desnivel acumulado
La salida me la tomo extremadamente tranquila. Con el Garmin regulo ritmo rondando en torno a los 5 el km. En seguida empieza el calvario. Unas pronunciadas rampas que te fríen al instante. Lo tengo claro, solo correré cuando el esfuerzo sea asumible, sino, caminaré lo más rápido que pueda. Son 32 kms y tengo 4 horas. Aparentemente fácil, realmente, difícil. Son cerca de 900 metros de desnivel que se hacen casi todos en los primeros 15 kms. El primer tercio de la carrera es durísimo, subiendo por un barranco, un cauce seco en el que se hace muy difícil propulsarte. Los pies pierden tracción en cada paso, las piedras, la gravilla, se mueve, y vas cuesta arriba… No deja de adelantarme gente. Ellos no han hecho los 182 kms antes… Es mi único consuelo. Mis dotes de escalador en largos recorridos son muy malas y sufro, sufro MUCHO. Hay que alcanzar un parque eólico, y se ve muy lejos. Se intercalan algunas bajadas técnicas que todavía duelen más que la subida. Intento beber a lo bestia. En cada avituallamiento, y hay muchos (bravo a la organización), relleno el bidón. Voy alternando vasos de sales y de vez en cuando, y como membrillo, azúcar y almendras. No hay geles. Esto es el Baix Ebre, no un Ironman. Dieta mediterránea, sí señor.
Acercándome a los megaaerogeneradores, me alcanzan y
adelantan un par de 600. Seria bueno aguantar su estela pero no me obsesiono,
queda mucho. En lo alto, me paro un rato a ponerme los compresivos de
cuádriceps. Me han dicho que la bajada se hace dura al descender carreteras y
pistas asfaltadas con pendientes pronunciadas. Quiero proteger al máximo la
musculatura para el domingo. Voy muy justo de fuerzas, pero veo muy al fondo,
en el horizonte, la anhelada meta en l’Ampolla, tierra de triunfos para mi en
el pasado. Cuando consigo recuperarme mínimamente, alargo zancada con el único
objetivo de llegar antes, no de avanzar a nadie, pero una cosa lleva a la otra
y van cayendo escaladores que cuando el asfalto hace su aparición, pierden
fuelle. El calor aprieta de lo lindo, y pese a ser mi medio preferido para
competición, ya son casi 9 horas sudando… jeje. A lo lejos diviso al candidato
a llop de las patorras que me había sacado las pegatinas en bici por la mañana
en la subida del primer puerto. Está fulminado y camina. Yo voy parando a
caminar cuando veo un repecho de más de dos metros, pero en el global, voy más
rápido que él…
En estos momentos de la carrera, todavía ni pienso en mi
posición relativa en carrera, como ya he dicho, objetivo: llegar vivo. Durante
todo el descenso, voy compartiendo recorrido con Albert Giné, un ilustre de
esta y otras carreras que acompaña a un relevista. Va muy fresco y me anima a
no parar a caminar, pero yo le cuento que vivo en un delta, y lo máximo que
subo entrenando son las escaleras de casa al regresar del entreno…
Recta larga, vemos a dos competidores fuera de la carretera
y no entendemos nada. Cuando vemos unos pies asomando perpendicularmente a la
carretera, la cosa tiene sentido. Un corredor grogui se ha salido de la ruta.
No reacciona; casi inconsciente. Me paro y le echamos el agua de mi bidón por
la cabeza. Suelta sonidos guturales. Parece que el pobre iluso quiere seguir
corriendo. Negativo. Está para llevarlo en helicóptero al hospital. Conseguimos
parar a unos ingleses en un todoterreno. Como podemos, lo cogemos entre cuatro
y lo metemos en el asiento del copiloto. Es muy grandote. Le decimos que lo lleven
YA a la meta y busquen la ambulancia. Luego nos contaron que acabó ingresado y
con cierta gravedad, aun que no sufrió consecuencias irreversibles. Allí me
olvidé el bidón que llevaba. La sangre que llega al cerebro es la justa.
Estamos entrando en l’Ampolla, y la neurona que queda activa
en el cogote, trabaja. Cuatro años de vivencias en el Ironcat con sensaciones
muy parecidas a las que arrastro en ese momento. Los últimos 400 metros de la
carrera se solapan con la maratón del propio Ironcat. Cruzo la línea de meta
con 3h 30min.
Es un buen tiempo. Tan solo superado por 3 minutos por otro 600 pero que está compitiendo en la modalidad ‘corta’, en la que se ahorran 62kms de bici de carretera el sábado, y 25 kms de btt el domingo.
Cruando línea de meta. Parezco entero. Miento.
Esta es la realidad tras cruzar linea de meta...
Es un buen tiempo. Tan solo superado por 3 minutos por otro 600 pero que está compitiendo en la modalidad ‘corta’, en la que se ahorran 62kms de bici de carretera el sábado, y 25 kms de btt el domingo.
Intento volver a tomar el batido de proteína. El estómago se
queja. Muchas horas de deshidratación y mal comidas. Me muevo lento, pienso
lento, bebo lento, como lento.
Me confío en el margen que tengo y tras organizarme bien y ser ayudado por mis compañeros Carlos y David Luís, que van a seguirme tras su participación en la bici de la mañana, Miquel Armengol me confirma que ya tengo el kaiak y el chaleco salvavidas en la playa esperándome.
Dirigiendome a la piragua. La misma ropa que corriendo... no hay tiempo y le vendrá bien un poco de agua fresca...
Me confío en el margen que tengo y tras organizarme bien y ser ayudado por mis compañeros Carlos y David Luís, que van a seguirme tras su participación en la bici de la mañana, Miquel Armengol me confirma que ya tengo el kaiak y el chaleco salvavidas en la playa esperándome.
Me dirijo hacia allí con muy poco margen pero confiado. Han
llegado in extremis unos cuantos 600 que peor lo tienen. Mi kaiak se encuentra
en la arena, precisamente en el punto en el que se da la salida del Ironcat los
últimos años; eso si, hoy el mar está muy movido, con viento de cara para toda
la etapa. Qué más da una dificultad más, ya son tantas…
Cometo el error de pardillo de no comprobar el material con
margen de tiempo suficiente. La piragua que me prestan es de fibra, rápida pero
poco estable para no piragüistas. Lo peor, los topes para los pies y el mando
del timón están colocados para piernas sensiblemente más cortas que las mías…
mierda. No conozco esa piragua. Miquel me ve y me dice cómo modificarla. Problema.
Una de las piezas que hace falta extraer es un tornillo con cuya cabeza
plástica se está rota. No se puede sacar a mano. Yo no quepo en la piragua, la
prueba va a empezar… Me veo fuera del Llop por gilipollas, y perdón por la
expresión. Dan la salida y me permiten intentar arreglarlo por tratarse de una ‘avería’
y haber estado listo para la salida físicamente. Pido socorro a mi entorno y
consiguen un par de herramientas. Con la primera no hay forma, con la segunda,
la pieza se mueve… pero poco a poco…
Los minutos van pasando. No domino como va el mecanismo y no estoy para ostias con las 9 horas de machaque en el cuerpo. Consigo colocarlo, ‘más o menos’. Quepo dentro de la embarcación. No quiero perder más tiempo. Los compañeros ni se ven en el horizonte. Perdidos al menos 10 minutos. Salgo como puedo. Eso era lo importante, empezar a remar y a remar.
No hay forma de hacer girar el tornillito de los coj...
Los minutos van pasando. No domino como va el mecanismo y no estoy para ostias con las 9 horas de machaque en el cuerpo. Consigo colocarlo, ‘más o menos’. Quepo dentro de la embarcación. No quiero perder más tiempo. Los compañeros ni se ven en el horizonte. Perdidos al menos 10 minutos. Salgo como puedo. Eso era lo importante, empezar a remar y a remar.
Al fin, a por ellos!!
Genial Víctor!!! M'està encantant la lectura ;-)
ResponderEliminar...y el capítulo 2??? ...y el capítulo 2??? Venga, hombre!!!! ; )
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