Cuatro de la mañana. Como otras veces, el día 'I', a la hora 'h' y tras muy pocas horas de sueño, toca levantarse. La cena fue pesada. Prefiero hacerlo así y ahorrarme el desayuno bomba de la mañana. Cuanto menos haga trabajar el estomago y anexos antes de la carrera, mejor. Tan solo pillo un par de plátanos, unas galletitas y un poco de chocolate (soy adicto) para el camino.
Richard me espera, bueno, esta vez le esperé yo, en un punto estratégico de Viladecans junto a la C-32. El camino es largo, y vuelvo a ser el único del equipo que viaja hasta l'Ampolla el mismo día. Ciertamente puede ser más apropiado y cómodo ya estar ahí la víspera de tan importante cita, pero teniendo que pegarse el madrugón igualmente, prefiero estar charlando tranquilamente en el coche con un amigote, que comerme la cabeza en el escenario del crimen esas horas 'tontas'. El único problema está en la molestia de ir apretando el acelerador, mínimo esfuerzo comparado con lo que se me avecina.
Las previsiones eólicas se van cumpliendo. A medida que perdemos latitud, los ‘calcetines del althlétic’ (dícese de los medidores de intensidad y dirección de viento que hay por la autopista con rayas roji-blancas…), van poniéndose cada vez más horizontales. Menos mal que llevaba otro par de ruedas convencionales sin perfil por si las moscas.
Ya en l'Ampolla, este año no somos los primeros en transitar. Hace frío; se siente el frío. La temperatura no es muy baja (unos 14º), pero ese viento… te va minando la moral y el aguante.
Nos lo tomamos con calma. No apetece estar paseando por allí. Hay que ir a recoger los dorsales y preparar las cosas. Seguimos con la calma. Luego casi lo pago caro…
Al final nos decidimos y nos ponemos en marcha. La gente con bufanda haciendo cola para entrar a boxes. Hurgando en la bolsa del corredor, grata sorpresa. A parte del arroz y aceite de alta gama y de la tierra de cada año, más regalos. Y la chaquetilla Marcet, este año es todavía mejor. El reloj avanza sin remisión y ya vamos tarde. No se todavía que ruedas calzarme. Dilema. Me he gastado un pastón en mis nuevas HED3 carbon de bastones y parece más lógico usar las Ritchey Carbon polivalentes y sin perfil. Pienso, ¡Qué narices!, con el nuevo reglamento, las de bastones solo las puedo llevar en días como hoy, que son pocos, y con el resto de adornos aero que llevaba, ¡¡¡ aquí solo faltan unas ruedas como estas!!!. Guardo las Ritchey en el coche. Ya tendrán su momento. Según el manual de instrucciones, las ruedas de bastones tienen efecto vela, y con el aire que corre, si no se desgarran (…), igual me ayudan y todo!
Como si de un triatlón sprint se tratase, coloco el material para transitar zumbando. En l'Ampolla, siempre he conseguido salir prácticamente en cabeza del agua y gusta sentirse líder por unos instantes.
Apretón de última hora; el bueno, así no hay réplicas intempestivas. El bar frente a boxes, la solución. Miro el reloj de nuevo y estoy a escasos minutos de la salida. Todavía no me he puesto el neopreno, y la arena está lejos. Eso no es bueno. Corro descalzo por el asfalto y mientras voy embutiendo los brazos y el cuerpo en mi Orca. Bajo los escalones hacia la playa de dos en dos. Los árbitros ya estan en la segunda bronca para que los triatletas se alinien tras la cinta de salida. Tengo que mojar el traje como sea o me voy a quedar ‘clavado’ de hombros antes de la primera boya.
Me hago el remolón y consigo introducir unos centilitros de agua salada por el ajustado cuello. Algo es algo. Me retuerzo y estiro para recolocarme dentro del traje lo mejor posible y me quedo en el margen izquierdo del pelotón, el bueno. El circuito de natación es el de todos los años y no necesito más indicaciones.
Suena el silbato y sin tiempo para nada más, consigo un buen lugar dando brincos. La táctica inicial era poder nadar a los pies de Richard, que salía a ‘entrenar’, y no le importaba sacrificarse por acompañarme. El problema fue la precipitación del momento. Así como el año pasado la táctica funcionó casi a la perfección y desde los primeros metros sabía donde estaba, este año fue un caos. Pese a mi buena salida, la dinámica que se está imponiendo en los últimos tiempos de salir con la misma locura en cualquier prueba, dure lo que dure, provocó unos primeros minutos llenos de impactos, encontronazos y incomodidades.
Además, mis gafas titulares para este tipo de pruebas, desaparecieron hace unas semanas y usaba unas más sensibles a empañarse. Eso, junto al oleaje de este año en la mitad del trazado provocado por el viento, más el sol rasante de primera hora de la mañana, me daban una visibilidad penosa. Llegué como pude a la primera boya, en medio de un grupo demasiado grande para lo esperado. De Richard, no tenía noticias, así como tampoco de Jordi Arias, una muy buena referencia para mi también en el caso de haberlo localizado en las primeras brazadas.
Llegando a la segunda boya, aproveché la división del pelotoncillo en el que iba para escoger el más eficaz, ganando algunos lugares. En la tercera, tres cuartos de lo mismo. Vi que a cierta distancia (asumible para un cambio de ritmo), venía un grupito algo escorado en la trayectoria, y los tres que íbamos juntos en cambio, ganábamos metros siguiendo nuestra línea trazada. Efectivamente, ese ahorro, junto al apretón que me pegué para alcanzar el grupito me hicieron ganar más posiciones. No tenía idea del puesto que iba, ni dónde estaban mis compañeros, pero había encontrado al fin mi ritmo, mi grupo y estaba ya tranquilo tras unos 20 minutos incómodos.
Ya a mediados de la segunda vuelta, en una de las brazadas, alguien me pegó un empujón favorable. Como se come eso, pues que la resultante de ese empujón, era en la dirección correcta. Me había cruzado a un triatleta y este, en vez de pegarme un viaje, me ‘apartó hacia delante’. Resulta que ese ‘amigo’, era Richard, y yo sin reconocerle… Tuve que esperar a otra brazada de observación del grupo para reconocer el estilo de Richard y su traje, sin estar nada convencido de que era él, pues tenía la impresión de ir en una discreta posición y estaba seguro que él iba bastante por delante.
Cada vez veía menos posibilidades de tener un grupo grande delante del mío, y la transición se acercaba. Tras bordear la entrada en el puerto deportivo de l'Ampolla (muy espectacular la entrada por cierto), encaré la última recta ya pensando completamente en la transición y dejando un poco relajados los brazos.
Cual fue mi sorpresa cuando poniendo pie a tierra en la rampa hormigonada para embarcaciones, me di cuenta que en realidad, los tres primeros de ese grupito que llevaba cohesionado tantos metros, éramos Jordi Arias, Richard Calle y yo mismo… Y lo mejor, tan solo había un triatleta por delante que estaba ahí mismo. Y para más INRI, Dani Fernandez Ledesma resulta que iba en cola de grupo. Vaya exhibición de equipo. Estábamos cuatro ‘gladiadores’ entre los cinco primeros de la carrera. Los ánimos de los suportes pratenses se hacían fuertes; ¡¡no era para menos!!
Mi transición pudo ser más rápida, pero no estuvo mal. Casi salgo el primero de boxes, pero, problemas con el portabidones… Era mi primera carrera con el portabidones trasero, que además llevaba un bidón largo que sobresalía del sillín. Al subirme al estilo ‘apache’, impacto del pie con el bidón, desequilibrio, bidón rodando por el suelo y yo maldiciendo. Entre parar, retroceder, recolocar y volver a montar, arranco el tercero. No me quejo, ya es más de lo que a priori esperaba.
Empieza el momento de la verdad. El huracán seguía firme y la única ventaja era que la orientación del trazado hacía que, o te diese mayormente a favor, o en contra. Tan solo un pequeño enlace de aproximadamente un kilómetro que repetiremos 6 veces y que será completamente perpendicular al viento.
Nunca consigo salir del agua y sentir buenas sensaciones en las piernas. Menos mal que tengo 10 kms favorables para adaptarme antes de girar a barlovento… No voy fino. Me supera Richard que decide ir a la caza del primero. Jordi Arias lo veo ahí adelante, pero pierdo poco a poco distancia. Por el momento no me alcanza nadie. Voy a más de 40 km/h.
En el primer giro de viento lateral, la bici a punto de salir volando. Tendré que extremar las precauciones… Encaro la segunda recta del circuito (es como una ‘U’, con un tramo el doble de largo que el otro. La velocidad media en este tramo es de 24 km/h acoplado y sufriendo. No tardó en adelantarme Dani Fernandez como un cohete. Le animo y tengo a Jordi más cerca.
Pese a mis pésimas sensaciones, estoy contento. De los cinco primeros, cuatro somos del Prat… me caen las lágrimas. Empiezan a superarme triatletas bien acoplados. ¿Cómo es posible?, vamos con el mismo disfraz y la 'raza' de nuestros ‘caballos’ es la misma y ellos pueden y yo no… y eso que me puedo considerar un auténtico ‘percherón’ con las patitas que calzo. Pero está claro que no tienen mucho que ver en este sentido; digo yo. Los rivales a los que veo pasar se resumen en dos grupos, vascos, o manresanos… así de simple. Algún otro hispánico también se va colando, no lo negaré, pero los primeros y segundos son mayoría.
Con Jordi vamos ‘alternando’ posiciones. Yo le supero más bien cuando el viento es frontal, el me supera sobretodo cuando es favorable. En los cruces de cada giro de 180º, compruebo como los de adelante cada vez están más lejos y los de atrás más cerca, incluyendo compañeros de equipo como Josep María Lluís, Ernest y Jose Alberto. Al menos hasta la 3ª vuelta.
El viento cada vez sopla más fuerte, y nosotros cada vez estamos menos fuertes… (‘las gallinas que entran por las que van saliendo’, vamos…). En mi cuenta, cada vuelta que se sucede, se incrementa la diferencia entre la velocidad en el tramo a sotavento y el de barlovento. En el desfavorable, la secuencia de velocidad media fue de 24-23-22-20-18-16 km/h. No obstante, mi rendimiento en relación a mi entorno, pese a lo que parece al ver esa secuencia, fue In crescendo. Tanto en relación con rivales próximos como Jordi Arias o Robert Mayoral, que conseguí superar definitivamente, como Lluís (él menos que otros), Ernest y Jose Alberto. Incluso los primeros, cada vez me sacaban menos ventaja (pobre consuelo este…).
En la recta corta de la penúltima vuelta, tuve una rampa en uno de los aductores de la pierna izquierda que me preocupó bastante. Lo conseguí controlar con cierto esfuerzo y no volvió. Tampoco surgieron mis ‘seguras’ rampas en cuadriceps de cada ironman. No se si fue por no poder desarrollar un auténtico ritmo potente en buena parte del recorrido o por la maya compresiva Zoot que estrené en el Ironcat. Seguiré estudiando la posible mejora que esta prenda puede suponer en la Cursa del Llop. El caso es que mirando el pulsómetro, mi ‘desgaste’ cardiaco era muy bajo. Ni en el tramo más duro subía de 130 ppm. En el favorable, llegaba a poco más de 100. Y no era por vagancia. Las piernas no daban más; ¿qué le iba a hacer? A eso hay que sumar que sabía que era más rentable no fundirme en la bici y poder guardar recursos para la maratón, donde si mi pie aguantaba, podría maquillar el puesto final que en ese momento era para mi bastante decepcionante…
Encaraba la transición final y Richard había ido revoloteando como una mariposa por el circuito. A ratos se iba hacia delante, a ratos se paraba en los avituallamientos a recuperar, charlaba con uno, charlaba con otro. Un entreno de calidad sin duda. Tuvo también su momento de agobio con ganas de dejarlo estar, pero sabe que Zurich está cerca y toca sufrir. En la parte final me dejó tirado pero llegando a boxes volvió a relajarse llegando poco antes que yo.
Seis horas seis minutos… que vergüenza…. Mi segundo peor parcial después de… LANZAROTE 2006 (claro…), aunque esto sea más plano que la oferta de telefónica. Dejo la bici, me enfundo los calcetines nuevos e impolutos (importante sensación), intento colocarme las zapatillas con holgura (un neuroma llamado Morton hacía rato que llamaba a mi puerta…), mi querida gorra Hawaiana, cambio de gafas (no hay otras como las Eassun X-light para correr…), y aprieto los dientes.
Veo que Richard me ha esperado para ‘trotar’ conmigo. Me cuenta que hará unos 10 kms. Buena compañía para ‘coger’ ritmo. Las sensaciones globales no son malas. Me quejo porque va conmigo (hombre, motivos no faltan tras más de siete horas dándole). El neuroma del pie molesta bastante. Tengo dormido hasta el tobillo. Pero es un dolor soportable. Los quilómetros se van sucediendo y los rivales van cayendo. No hace calor. Malo para mi rendimiento. El viento sigue fuerte y es realmente molesto en ciertos momentos; bueno para mi rendimiento. El tramo peor, el de arena.
Las seis vueltas te minan la moral, pero ayudan para ir buscando referencias y pequeños planes de mejora que te distraen y te hacen ganar moral cuando ves como las referencias frente a posibles avances a rivales te son favorables. En una carrera de esta distancia no puedes pensar a largo plazo. Te hundirías. Has de ir pasito a pasito, con pequeños objetivos asumibles enlazados con periodos de mente en blanco. Es como mínimo mi estrategia en carrera.
Sabía que no tenía la más mínima probabilidad de hacer podium en carrera. Veía la lejana gente de adelante muy fuerte y yo tampoco era para tirar cohetes. Estaba corriendo poco por encima de los 30 minutos la vuelta (de 7 kms), lo que podría llegar a suponer bajar de las 3h 10 minutos, pero es casi imposible mantener los 42 kms el mismo ritmo sin entrar en una o más crisis, así que no me obsesioné con los parciales, que fueron subiendo ligeramente sin grandes cambios.
Dani iba fuerte y yo ya sabía que no se le escaparía la victória. Es duro como una piedra este hombre!!. Mi ilusión era llegar a hacer Top10 nuevamente en l'Ampolla. En las tres anteriores ediciones lo había conseguido y era una buena ilusión por la que luchar y sufrir. Richard hacía tiempo que ya había decidido poner fin a su entreno de alta calidad y duración. Los compañeros del Prat que venían de público seguían alimentando mi espíritu en cada paso por la zona de boxes (una gran ayuda sin duda), y el resto de compañeros que competían, iban haciendo. No voy a negar que con Lluís mantenía una cierta preocupación. Deseaba lo mejor para él sin duda, pero la competitividad está ahí y quería llegar primero!! (perdona Lluís). Mi pulso no estaba siendo el de la bici… Aquí había mantenido buena parte los 140 ppm aunque luego iba decreciendo.
Otro posible aliciente era conseguir ser uno de los tres primeros catalanes y puntuar así para la Copa de les Nacions. Sabía que Dani y Sergi Bermejo iban delante. En esos momentos no era consciente del carretón que estaba haciendo Carles Santasusana, que acabaría segundo (…), así que veía factible ser yo ese tercero. Alex Carreras, un grandísimo corredor a pie, lo tenía pisándome los talones desde la primera vuelta. Estaba convencido que me superaría, pero intentaba meterme faroles cada vez que me cruzaba con él simulando estar como nuevo y incrementando el ritmo. La verdad es que no me recortaba e incluso iba sacándole ventaja. Algo le tenía que estar pasando.
A partir de ciertas vueltas, ya no sabes ni donde te encuentras… Por el mareo general y porque los doblados se multiplican en vueltas tan cortas. Solo quería acabar, como todos, y tenía un triatleta que sabía que estaba en mi vuelta muy cerca. Lo conseguí superar en la última vuelta, pero el tramo de viento en contra final se me estaba haciendo muy largo y me volvió a alcanzar. Iba mentalmente tocado y ni me planteé pelear por la plaza, que sabía que rondaba ese top10. En un cierto punto cercano a boxes y que suponía que solo quedaba un bucle de ida y vuelta a un espigón del puerto, me crucé con Robert Budai, compañero de equipo e infatigable seguidor-fotógrafo de nuestras aventuras. El me informó que se me acercaba dicho rival. Le dije que no le aguantaría ni de coña, pero incomprensiblemente, y aprovechando el descenso de uno de los repechos del circuito, mis piernas (iban por libre de mi cerebro), pegaron un cambio de ritmo inesperado que me acercaron al rival. Y dije ¿porqué no?, aguanta el tirón y distánciate lo que puedas… Así lo hice y aproveché los dos repechoncillos más que quedaban para dar un par de vueltas a la tuerca. Además, pasaba bajo la pancarta de gladiadores de mis compañeros, y sus ánimos me acabaron de dar ese último empujón.
Llegué la último giro de 180º temblando por comprobar si me había respondido al acelerón y por fortuna para mi no fue así. Era una tontería quizá, poco importante en ese momento ganar o perder una plaza, pero ya estaba tomada la decisión y quería aprovechar la iniciativa… Apretón final y llegada a meta demasiado forzado.
Luego resultó que ese rival era Francesc Sala, de Berga, y pese a que no me suponía quedar ni tercer catalán, no era lo mismo cuarto que quinto para mi habiendo sido el año pasado el primer catalán del Ironcat.
Al final, ganadores por equipos y contento por mi y por todos mis compañeros que consiguieron ser finishers menos Lluís Enric Florensa, con algunos problemas físicos y sobretodo falta de entreno tras su operación de pie precisamente.
Victor, enhorabuena de nuevo por ser finisher y por hacer una gran carrera en un día tan duro con un top-10. He leído por encima la crónica, pero prometo leerla mañana con calma para disfrutar con tu experiencia. Un saludo!
ResponderEliminarGracias Sergio por los ánimos y por el esfuerzo de leer la crónica, si eres capaz... jeje
ResponderEliminarVictor.
Gracias por reconocer que te preocupé un poquito, la verdad es que durante la carrera me plateé que podria llegar a ganar al GRAN VICTOR DOBAÑO, pero por dentro sabia perfectament que estoy un peldaño por debajo, y que la lucha en estas pruebas debe ser interior, sólo te ganaria si tu perdias contigo mismo, y eso no merece ninguna alegria, así que muy contento por ti cuando te vi poner un buen ritmo final, y el dia que te gane (si llega) que sea por que a mi me va bien, no por que a ti te valla mal.
ResponderEliminarPer cert, dis-me si correràs la CURSA DEL LLOP, en la prova de ciclisme en carretera, es molt important tenir una mica de ajuda de equip, per què no et deixin tirat en un canvi de ritme, si baixes, em comprometo a fer-te de gregari "de luxe" je je
ResponderEliminarLluís, gràcies per dir que estic un peldaño per sobre... serà en llarga, perquè en curtes distàncies, no t'ensumaria ni el rastre...
ResponderEliminarLa Cursa del Llop és una realitat per a mi. S'han inscrit també el Carles Santasusana i Sergi Bermejo (segón i quart al Ironcat...).
Serà un plaer pedalar amb gent coneguda!! Acabo de fer el canvi de bici aero a normal (manillar, rodes...)
Victor.
Seguramente tendras 2 gregarios entonces en la de carretera del llop:=)
ResponderEliminarDoncs sixit veritas est, tens gregari per ala ILTIRCA, almenys en aquesta prova et podré ajudar a controlar al Santasusana i al Bermejo, entenc que ens ho posaran difícil, però això és d'agraïr, jo encara tinc que fer el canvi, segur que el faré dissabte.
ResponderEliminarFins aviat!!
Hasta ahora no habia podido parar a leer la crónica....felicidades por ese primer puesto por equipos!!
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